Yeeepaaaa!
Otro año más nos hemos pasado comprando turrones y polvorones, nos van a salir por las orejas.
Las dos tabletas de turrón que están sin abrir, estarán quietecitas en el armario hasta febrero por lo menos. Los polvorones para el resto de la casa, los bombones para repartirlos en el instituto. Los barquillos pa' dentro, en familia, claro.
Este año he decidido dejar el café y el pan blanco. El café no me gusta mucho, lo tomo solo por socializar y siempre me pongo un azucarillo, a veces incluso lo acompaño de un crusán. Mal. El pan blanco que últimamente hay por casa es del súper, con lo cual, es de mala calidad, así que fuera también. Solo me permito pan blanco esporádicamente y si es de panadería de las de verdad. Por suerte en el barrio todavía hay unas cinco. Han cerrado muchas estos últimos 10 años y ahora hay muchas de panificadora, porquería de pan o pan-chicle.
La semana que viene empezaré con los juegos del hambre sin pasar hambre, ya os explicaré. No creo que acabe matando a nadie pero nunca se sabe, cuando una gorda está hambrienta...
Bona nit!
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